Después de un viaje en el que los sentidos se exaltan y la vivencias hablan por sí solas recitando poemas de júbilo y amor a la tierra, regresamos como amigos después de ser simplemente desconocidos en el camino. Compartiendo cada paso que dimos para subir la montaña, cada paso que gota a gota de sudor fue exhalado y exudado en suspiros que al final de emoción agitaban al corazón, gracias por compartir, gracias por vivir y transmitir, gracias viajeros por seguir caminando con nosotros… Nos llevamos cada paisaje monumental y cada lugar mágico en el corazón, pero lo más importante para nosotros, la sonrisa que nos regalaron al vivirlo, seguimos en el viaje… Y recuerden, no hay prisa de llegar…